sábado, 10 de enero de 2009

Mi vida sin ti

Todos los años, desde que tengo el privilegio de escribir estas páginas, aprovechaba el mes de Diciembre para contarles un cuento. Esta vez me van a permitir que les cuente una historia verdadera.

Si algo tengo en común con mis lectores es, supongo, mi especial relación con los perros. Por eso imagino que muchos de los que lean este mes mi artículo se sentirán identificados con la historia.
Muchos de ustedes serán propietarios de uno o de varios perros y muy probablemente lo habrán sido a lo largo de muchos años. Estas líneas van especialmente dedicadas a aquellos que han sido premiados con el privilegio de compartir parte de su vida con un perro especial.
Los ingleses hablan de un “once in a lifetime dog”, un perro “de una vez en la vida”, para significar a aquellos perros que por muy variadas razones se incorporan a nuestro bagaje emocional de una manera tan fuerte que marcan un antes y un después en nuestra vida, en relación con los demás perros e incluso con muchas personas.
Hay perros que, por sí solos, son capaces de cambiar la vida de sus dueños y aunque hoy hable sólo de uno, en realidad estoy hablando de todos ellos. Porque yo se que en mi vida no habrá otro Percy, pero tampoco habrá otro Spud, Joshua, Hippy, Indy, Elliot, y tantos otros, y por eso me acuerdo de Manolo y Amparo, de Pep y Cati, de José Ramón y Alicia, de Didier y Valentina, de Alfonso y Serena y de todos los que tienen o han tenido uno de estos perros inolvidables. 

Recuerdo perfectamente el primer día que hablé con Jackie, su criadora. Por entonces yo entrenaba a un grupo de nadadores de alto rendimiento para la Federación. Era Octubre del 95 y me llamó mientras estaba en la piscina. Salí a hablar a la calle. Jackie me preguntó si tenía alguna preferencia en cuanto al tono del manto. Le dije que sólo tenía una: que fuera bueno. “Entonces -me dijo- creo que tengo algo especial para ti”.
Esperé a ir a por él a que tuviera cinco meses, la boca cambiada y que hubiera dado muestras de tener el carácter que uno espera de un perro de exposición. Fui conduciendo hasta Madrid y allí tomé un vuelo directo a Manchester. En el Aeropuerto me esperaba mi “tía” Lyn. Fuimos a casa de Jackie y desde el fondo del pasillo vino corriendo Percy a recibirme. Nunca lo podré olvidar, entre otras cosas porque dio un gran salto y su morro terminó certeramente, con perdón, en mis huevos. “Para que nunca me olvides” debió pensar… y desde luego así fue. 
Para terminar de hacer un viaje fuera de lo normal, el día que regresaba a casa tuvimos que volver desde el Aeropuerto hasta mi hotel porque me había dejado la alianza de boda en la mesilla de la habitación. El contratiempo casi nos hace perder el vuelo. Mike condujo su viejo Rover ranchera a toda velocidad. Jackie temía que la Policía nos parase en cualquier momento. Yo imaginaba que en la siguiente curva el portón trasero saldría volando y Percy detrás. Finalmente estaba sentado en el avión, con mi flamante cachorro en la bodega y leyendo una revista esperando el despegue. Pero no despegábamos. Se abrió la puerta de la cabina y el capitán, acompañado de una de las operarias de pista empezó a caminar pasillo arriba. Por supuesto se paró junto a mí y muy educadamente me dijo que la caja en la que iba mi perro no era suficientemente grande como para que se pusiera de pie y diera una vuelta en redondo. ¡Tenía que viajar dos horas, no participar en “Mira quién baila”!. Yo no sabía que decir. El capitán McKenzie, no me olvidaré nunca de su nombre, debió verme tan agobiado que dijo que si yo estaba de acuerdo él asumía la responsabilidad. Lo dijo en un tono que parecía el General Montgomery anunciando que asumía el mando de las Fuerzas Británicas en el Dia “D”. Visto desde hoy parece ridículo, pero yo estaba aterrorizado. Notaba la mirada de los demás pasajeros cagándose en todo mi pedigrí. Finalmente despegamos y así empezaba la historia de Percy en España, fuera de su tierra natal que volvería a pisar en 2002… pero eso vendrá más adelante.
Desde el principio Percy demostró que sería un perro especial. Era el primer macho que entraba en casa después de casi seis años yendo a exposiciones. Enseguida empezamos a sacarlo y ya ganó más de una vez como cachorro. En casa se convirtió en el líder de inmediato. Era el rey en un harén de hembras que le dejaban dominar y aguantaban sus juegos de niño de Yorkshire malcriado.
Nuestro primer viaje largo con él fue en 1997. Fuimos en coche desde Murcia hasta Copenhague donde se celebraba el Campeonato de Europa. Quedó cuarto en una gran Clase Abierta. A la vuelta ganó su clase en la primera exposición del Club Belga del Golden Retriever, aún sin CAC. Al año siguiente, en Génova, otra vez en el Campeonato de Europa, conseguiría la Reserva de CAC y CACIB. Ese mismo año ganó por segundo año consecutivo la raza en Gibraltar (entonces sólo había una exposición al año) consiguiendo su primer título, y también fue Mejor de Raza y Reserva de BIS en la primera exposición Monográfica del Club Español de Retrievers.
En 1999 consiguió el Punto de Campeonato de Portugal y se quedó a falta de un CAC para completar el título. Debo decir que la decisión de no volver con él al país vecino fue mía, por algún episodio desagradable que nos sucedió y que ya no merece la pena recordar. En 2000, año mágico, Percy consiguió algo que parecía se le venía negando. Ganó la raza y el BIS en la Monográfica de Valladolid, proclamándose Campeón de España por fin. Además tuvo actuaciones muy destacadas en Francia, Holanda, Alemania y Austria. Empezaba a ser un perro conocido a nivel internacional y despertaba interés incluso entre algunos criadores ingleses.
2001 fue un año especial en mi casa. Otros asuntos familiares dejaron a los perros un poco aparcados. Aún así, Percy ganó la raza en todas las exposiciones en las que se presentó, incluída la de Madrid, consiguiendo incluso tres grupos y una reserva de BIS.
En 2002, como ya he dicho antes, Percy volvió a casa. Hicimos uno de los viajes más emocionantes de mi vida. Él y su hijo Tommy fueron a competir en Crufts, la Exposición más grande del mundo. Ya había estado otras nueve veces allí, pero entrar con tu perro por la puerta de expositores fue algo muy especial. Nos colocamos en nuestro “bench”. Parecía que lo había hecho toda su vida. Le compré un collar y una cadena especial y lo dejé un rato sólo. Se puso a dormir. Nada que ver con su hijo. Serena no podía separarse de él. Si lo hubiera dejado sólo habría arrasado toda la fila de “benches” en la que estaba. De hecho se ganó una amonestación de uno de los vigilantes del Kennel Club… ¡los ingleses son así!
Cuando entramos al ring creía que el corazón se me saldría por la boca. La verdad es que en las fotos tengo la cara descompuesta. Todo lo contrario que Percy. Era su hábitat natural. Consiguió un extraordinario 4º puesto en la Clase Open, entre un buen número de Campeones ingleses. Yo estaba en una nube.
Percy estuvo con nosotros cuando nació nuestro primer hijo y también cuando se murió. A su manera supo consolarnos. Siempre estaba alegre y tenía una personalidad extraordinaria. Nos acompañó en nuestro viaje más triste, en un viaje de descanso y de meditación, un viaje que nunca habríamos querido hacer, pero su compañía fue como un bálsamo para nuestra tristeza. Estuvimos 15 días por Francia. Fuímos a la Monográfica francesa, donde fue tercero en su clase, y a Luxemburgo, de donde vino como Campeón. 
Cuando en 2005 nació nuestro hijo Juan también estuvo Percy con nosotros y pronto se convirtió en su perro favorito, como lo era de mi suegro, al que acompañó siempre en sus paseos junto a las perras más viejas. Aún hoy mi hijo pregunta por Percy cuando llegamos a casa y no lo ve durmiendo en su cama.
Los últimos años, cada vez que aparecía con él por una Exposición alguien preguntaba maliciosamente “¿Cuándo lo piensas retirar?” Parecía mucho más joven de lo que realmente era. Y así fue hasta los últimos meses de su vida. En 2006, a punto de cumplir once años, ganó la Clase Veteranos de la Monográfica de Holanda, la más grande del mundo y Wendy Andrews, la juez, se declaró maravillada de su estado de forma. Fue su última Exposición. Sin duda una retirada por todo lo alto. También había sido BIS de Veteranos en la Monográfica española, como en 2005 y 2004.
A pesar de todo, cada vez que me veía preparar el coche empezaba a merodearlo nervioso y a ladrar. No entendía que él no estuviera incluído en la partida. A la vuelta me recibía con un cierto desdén. Por suerte se le pasaba a los cinco minutos.
El 23 de Octubre pasó el día tomando el sol. Anduvo un rato detrás de una hembra que estaba empezando con el celo y aguantó estoico los incordios de Tiger, el Jack Russell. Por la noche no quiso cenar, algo raro en él. Cuando lo dejé acostado en su cama pensé que tal vez sería conveniente ir a ver al veterinario al día siguiente. No hizo falta. La mañana del 24 de Octubre, cuando nos levantamos, nuestro querido Percy seguía dormido, esta vez para siempre.
Hasta esto lo supo hacer bien. Nos ahorró la pena de verle pasar un largo deterioro, o una larga enfermedad. No sufrió nada y estuvo bien y activo hasta el último día de su vida. Nunca estuvo enfermo en doce años. Nunca necesitó de un tratamiento veterinario. Fue un perro sano y feliz. Fue mi compañero durante doce años, desde que lo subí al coche en brazos en el parking de Barajas para venir a casa hasta que, otra vez en brazos, lo volví a subir al coche doce años después. Nunca fue un perro agresivo, pero siempre fue el jefe de todos los demás perros de casa. Imponía su liderazgo sin alardes y sin violencia. Era dulce con los cachorros y con los niños y gentil, a veces demasiado, con las hembras. Las perras eran lo único que le podían hacer rechazar la comida… como algunos hombres que yo conozco. Afortunadamente pudo dejar muestra de su valía a través de sus hijos, algunos incluso campeones. Yo espero ver su reflejo en alguno de los cachorros que nacieron en casa días después de su muerte y que son nietos y bisnietos suyos. Cuando vino a casa yo tenía 27 años. A su muerte 39. Una de las partes más importantes de mi vida ha pasado junto a él y su fidelidad y su cariño ha sido mayor y más constante que el de muchas personas. En estos doce años ha estado siempre allí, día tras día, constante y perenne y su presencia ha llenado nuestra existencia. Por eso, de ahora en adelante, cada vez que me asalte la pregunta de qué será mi vida sin ti, Percy, amigo, pensaré en lo que ha sido mi vida contigo y estoy seguro de que esa será la única manera de seguir adelante. Hasta siempre. (Publicado en la revista "Todo Perros", Diciembre de 2007)

6 comentarios:

  1. Hola tocayo me encantan tus articulos de la revista (el de Percy llega al corazon de todos los que tenemos perro)

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  2. Hola Garion,
    me alegro de que te gusten los artículos. Se que la gente que no tiene perro no entiende que se pueda desarrollar un grado de compenetración tan alto con un animal, sin entrar en otras cosas que pueden parecer ñoñerías, pero lo cierto es que algunos perros te marcan para siempre y, en mi caso, Percy ha sido ese perro

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  3. Es curioso lo que te cambian los perros. Mi mujer era la tipica que cambiaba de acera si venia un yorki demasiado ladrador, un pastor aleman la hacia mudarse de pueblo. Pues bien nos casamos y yo compre un golden (posible causa de divorcio), a dia de hoy creo que lo quiere mas que a mi. Cuando le di a leer tu articulo lloraba como una magdalena y mi perro la miraba, yo pensaba no mires tanto que toda la culpa la tienes tu peludo

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  4. Hola José Miguel!
    No tengo el placer de conocerle personalmente, pero le debo confesar que soy un admirador suyo, cada mes cuando compro la revista todoperros lo primero que voy a leer es su sección, Perros de Hoy. La encuentro muy interesante, ya que además de que todo lo que usted cuenta es interesante, me gusta mucho la manera en la que escribe, diciendo las cosas por su nombre, como tiene que ser.

    Además, yo como usted, soy un gran amante de los perros vivo por ellos, jeje., y por eso muchas veces me veo identificado en sus artículos, por ejemplo en el artículo reciente de "miscelánia de nuevo año". O también en su último artículo dedicado a Percy, que me ha echo recordar a dos queridos perros que ya no están conmigo, en fin...

    Yo no me dedico a las exposición, aunque debo reconocer que me hubiese encantado hacerlo. De echo, yo he ido a tres Monográficas del Yorkshire Terrier recorriendo media España y solo para ir como espectador, si participar... muchos amigo me dicen que estoy loco, jeje. También he ido de espectador a una monográfica de Labradores.

    Yo ahora actualmente tengo tres perros, dos yorkis (Rex 6 años, Betty 4 años), y una Labrador Retriever de color chocolate de un año (El criador es Francesc Isern de Ronçana, no sé si usted que su mueve en ese mundillo lo conocerá).

    En fin, espero no haberme echo muy pesado, pero después de descubrir su blog y su correo electrónico no me lo he pensado dos veces a la hora de mandarle este correo, más que nada para felicitarlo por sus artículos. Por cierto, si algún día publica un libro con todos sus artículos, ya puede dar por echo que tendría una venta segura, jejejeje.

    Cuando haya alguna monográfica de Labradores por la zona de Barcelona haber si usted participa y vengo a saludarle.

    Saludos, y gracias por sus artículos.

    Pere.
    http://www.peresp.blogspot.com/

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  5. Me ha emocionado realmente el artículo porque me he visto identificado en todo lo que cuentas. Mi perro Lío es nieto de Percy y es una auténtica maravilla que te cambia la vida como cuentas, es un autentico once in a lifetime dog. Pienso a veces que algún día no estará a mi lado y me entristezco mucho, asi que espero tener la suerte que tu y cuando llegue el momento me lo encuentre dormido, como Percy.
    Un saludo.
    http://liogolden.blogspot.com/

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  6. Bueno, bueno,bueno. Todos los artículos son fantásticos, sigue así...
    http://elperriodicoactual.blogspot.com/
    (El Risto Mejide del mundo del perro)

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